Jaume fue el primero en llegar. Siempre anda de prisa aunque no haya para que. Es el primogénito de varios amigos imaginarios que nacieron en mi infancia. No se va con tientas y dice las cosas así, sin merodear. Amo su mente maestra capaz de sintetizar la percepción del mundo y de ese otro paralelo que yo ni en sueños veo. Es por eso que lo invoco cuando necesito claridad aunque confieso no soportarlo mucho tiempo. ¡Pretty intense my friend you know, pretty intense, your presence!, le digo a menudo y rápido lo disipo. Cada vez que habla me deja frío. Sus verdades son filosas, muy filosas.
Suena el timbre, es Daniel, él es otra cosa: relajado, romántico, tranquilo. No tengo prisa de atarlo porque se que de aquí a que abra su sombrilla pasarán minutos mientras intenta parar la lluvia de ideas que lo distraen antes de asentarse en mi mente. Es el chiquito de los imaginarios y para invocarlo es todo un show, nada mas no aterriza. ¡Hola!, dijo airado. ¡Tengo una amiga doctora, dice que hay muchos enfermos intubados en el hospital grite y grite que se quieren morir!. ¡Ay Dany…! le dijo Jaume buleándo. ¡No le creas, son puros cuentos! ¡Eres demasiado inocente, no tienes la culpa, así te hizo este mequetrefe!
Nos sentamos a comer. Yo pedí un espagueti a la boloñesa que me trajeron los de uber eats. Vienen tan cubiertos que ni les abro la puerta, me echan la comida por debajo. Jaume pidió aire al añejo, es fácil, con aspirar es suficiente. Daniel como es costumbre decidió no comer, según él tiene náuseas por la historia de la doctora. ¡Ya estoy harto!, irrumpió Jaume enojado al verme relajado. ¡Recuerda que mi encierro es doble: el tuyo y el de tu mente que, by the way, ya le falta oxígeno... jeje!, su clásica ironía pensé. Comer es todo un tema como cualquier concilio que nos involucre a todos. La prisión domiciliaria es desquiciante, no pasan diez segundos sin que algún estímulo irrumpa. El andar es estridente y a su vez silencioso.
¡Es una guerra, somos prisioneros, nos esclavizaron para controlarnos y así lograr sus fines!, seguía Jaume exaltado. La mirada la perdí sobre la mesa tratando de aislar sus palabras. ¿Recuerdas a Hitler y los judíos?, insistió, ¡una mente siniestra maquina una técnica perfecta para convencer al mundo que un criterio fanático con un obvio pero oculto beneficio personal es una verdad absoluta! ¡Un poderío trastocado por el diablo manipulando a su favor danza con el globo terráqueo a su antojo! ¡Pues esto es lo mismo! ¡El Covid no es un engaño, su manejo lo es!, expulsó el coraje y desapareció. Me levanté temblando. Apenas y pude lavar los platos porque las piernas no me sostenían. ¡Ven, siéntate!, escuché la voz de Daniel. ¿Va a pasar esto y vamos a estar bien verdad?, me preguntó asustado sembrando el pánico de nuevo.
Caí dormido en el futon. Habían pasado un par de horas según yo cuando al despertar me di cuenta que era el día siguiente. Que más da si todos los días son iguales, idénticos. Me pregunto como tener esperanza en la espera, nos han quitado el encuentro y con ello el valor agregado que es la parte creativa de la vida. Afuera está desolado, resulta mejor quedarse a cumplir con la sentencia. Pienso que todo esto es consecuencia de los gobiernos, nos mandaron a casa para que la cosa no los rebasara y así no evidenciaran su incapacidad. Igual somos las víctimas de una o de la otra. Hoy no invoqué ni a Jaume ni a Daniel, decidí encarnar la mancuerna imaginaria. Pensé que sería un día solaz al despertar, que necio soy si esos días no existen, solo vida sin contrastes.
¡Hello dude, don’t be sad anymore!, irrumpió Jaume. ¡Poca lana y mucho aplazamiento te tiene preocupado pero todos andan igual y en algunas partes ya están retomando actividades así que ánimo my friend!. Ese tío si que es audaz, hace un twist y aprehende sin permiso. Daniel dormía, junto a él su osito de peluche que conserva desde aquellos años cuando lo inventé. ¡Es mi amuleto de la suerte!, suele decirme cuando le pregunto. Suena el timbre de nuevo, es la décima vez el día de hoy lo que confirma el estado híbrido que define. Me senté a comer y Jaume intentó aparecer. ¡Too intense my friend too intense, your presence, mejor vete!, le dije. ¡Aquí el orden lo pongo yo, la casa nunca pierde!.
Darian Stavans
Morir a Destiempo ︱Descargar Video